domingo, 21 de febrero de 2016

La destrucción de dos invisibles agujeros negros generó más energía que la luz que emiten todas las estrellas del Universo visible.



Incluso para los astrofísicos acostumbrados a manejar conceptos como supernovas, estrellas de neutrones y agujeros negros, la señas que han captado de los dos observatorios LIGO es extraordinaria: un mero "blip" de apenas dos décimas de segundotan breve que, para que los asistentes a la conferencia de prensa pudieran escucharlo, ha habido que pasar el audio varias veces a velocidad muy lenta.

Ese modesto chasquido contiene información sobre una catástrofe cósmica de proporciones inauditas: el choque –más bien la fusión- de dos agujeros negros de masa mediana, que giraban alocadamente uno en torno a otro, emitiendo en cada giro una perturbación gravitatoria. Es un proceso similar al de los electrones que al moverse por los circuitos de una antena emiten ondas de radio. Sólo que aquí, los electrones son en realidad singularidades, enormes masas concentradas en un simple punto al que su propia gravedad aísla de nuestro universo.

Los dos agujeros negros que protagonizaron la catástrofe se encontraba a unos 1.300 millones de años luz de nosotros.